En la Casa de mejoramiento o Centro psicosocial se abordan los siguientes temas:
Implicaciones del desplazamiento
Las implicaciones o impactos que tiene la situación de desplazamiento sobre las personas, están relacionados con hechos violentos (amenazas, persecuciones, asesinatos, entre otros) en los que se encuentran implicados individuos, familias o comunidades. Estos hechos conllevan a la renuncia de determinadas condiciones de vida y de un proyecto de vida individual y familiar establecido. En el caso de los adultos mayores, quienes ya deberían estar en el proceso de evaluar sus realizaciones personales, deben enfrentarse a un nuevo inicio dado por condiciones generalmente difíciles y de carencias, lo cual, los somete a ellos y a sus familias a un nivel de tensión y estrés elevado. Dichas consecuencias se agrupan entonces en tres dimensiones o implicaciones del desplazamiento:
Calidad de vida
Calidad de vida (nutrición, salud, educación, recreación, recursos económicos, vivienda (hacinamiento, condiciones de vida) desarraigo rural-urbano). El gran deterioro que se genera en la calidad de vida posterior al desplazamiento, se evidencia en las extremas limitaciones para satisfacer necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la educación, la recreación y las condiciones generales del sitio receptor. En este sentido, en las visitas domiciliarias se encuentran condiciones inadecuadas de habitabilidad, presentándose hacinamiento, viviendas afectadas en su estructura, ubicadas en algunos casos en invasiones; el acceso a la educación y la salud se ve dificultado al hallar pocas opciones y no contar con la documentación necesaria para acceder a estos sistemas, sumado a los pocos recursos para realizar las gestiones necesarias y acceder a los servicios; por otro lado, la falta de recursos impide además que existan unas condiciones óptimas en la alimentación de los integrantes de las familias, aún más cuando hablamos de población vulnerable, como niños y adultos mayores, donde se requieren cuidados especiales en su alimentación y manutención. De igual modo, la mayoría de estas familias, giran en torno a la economía agraria, donde proceden del campo o pequeñas poblaciones, y el desplazamiento a grandes ciudades como la nuestra, hace evidente el deterioro de la calidad de vida, generando además un impacto a nivel psicosocial y cultural. Finalmente, esta condición de desarraigo y carencia afecta la salud mental de los adultos mayores y sus familias y en el caso de los infantes, su comportamiento posterior y desarrollo de su personalidad.
Relaciones familiares
El desplazamiento forzoso, genera cambios en la estructura familiar, derivados de los hechos violentos por los cuales fueron desplazados; de esta manera, permanecen en ellos sentimientos de impotencia al enfrentarse a una situación sobre la cual no tuvieron control ni tomaron decisión alguna, por tal motivo, traen a sus memorias una y otra vez los recuerdos de los sucesos, experimentando sensaciones de riesgo, de muerte e ideas de persecución, temores, angustias, pesadillas, alteraciones del sueño, somatizaciones, entre otras. Por otro lado, se presentan cambios significativos en los roles al interior de las familias, puesto que se presentan situaciones tales como muerte de uno o ambos padres, ausencia de uno o ambos padres debido a amenazas, ausencia permanente de los padres por encontrarse en la búsqueda constante de recursos para cubrir las necesidades básicas de sus familias. Frente a esta situación los adultos mayores son quienes asumen la crianza de sus nietos, presentándose dificultades por las diferencias intergeneracionales; dichas generaciones se hallan en un periodo de vulnerabilidad por la etapa del ciclo vital que atraviesan. Estos cambios abruptos en la estructura familiar generan efectos negativos en la salud mental de los infantes y en el desarrollo de su identidad, así como en los adultos mayores y cuidadores quienes presentan sentimientos de incertidumbre y rasgos depresivos, lo cual disminuye las capacidades parentales de constituirse en fuente de seguridad y estabilidad emocional para los menores. Los infantes, dadas las condiciones, perciben a unos padres, cuidadores y un medio hostil donde no encuentran seguridad ni protección; todas estas situaciones provocan sentimientos de desconfianza en sí mismos y en el mundo, lo cual, al interiorizarlo se ve reflejado en dificultades en el contacto con el otro, en el establecimiento y mantenimiento de vínculos afectivos, sumergiéndoles en un estado permanente de hipervigilancia y desconfianza; sus comportamientos agresivos o de rechazo, pueden indicar de forma encubierta una necesidad de atención. En este orden de ideas, las familias se encuentran inmersas en interacciones de tipo agresivo-pasivo.
No se puede dejar de lado el difícil proceso de duelo que enfrentan las familias, debido a las múltiples pérdidas que sufren desde el momento en que empiezan los motivos que dan pie a su posterior desplazamiento; de este modo, experimentan no solo la muerte o desaparición de sus seres queridos, sino también la muerte de sus sueños e ideales, de sus redes sociales y de su identidad individual y social. Las familias afrontan además la muerte de su identidad familiar, la cual, era característica en la región en que creció, se consolidó o radicó la familia.
En último lugar, pero no menos importante, ante este sinnúmero de pérdidas, el proyecto de vida familiar cambia, y en muchos casos se convierte en un intento de supervivencia, lo que impide el sano desarrollo de las dinámicas intrafamiliares, y deja a sus miembros en mayores condiciones de vulnerabilidad y de riesgo. El adulto mayor en situación de desplazamiento sufre varios cambios en las relaciones familares, entre ellos, encontramos inicialmente la pérdida de sus seres queridos y separaciones forzosas de sus familiares, lo que conduce a que busquen apoyo en la familia que les queda o en sus amigos y coterráneos, quienes se convierten en una verdadera familia, ya que entre todos se ayudan y se apoyan, en un ejemplo de solidaridad y entrega. Además vuelven a recuperar el sentido de pertenencia, el sentido cultural y su idiosincrasia. Regularmente se encuentran familias grandes o extensas, conformadas por abuelos, hijos, nietos y en algunos casos bisnietos.
Cambios culturales
Las personas en situación de desplazamiento, no solo deben resolver sus pérdidas materiales y emocionales, sino también las relaciones construidas históricamente con el entorno, lo cual se refleja en sus prácticas culturales, formas de vivir y sentir la región, las formas particulares de interactuar con sus vecinos y amigos, creencias y valores que configuran sus estilos de vida; todo lo anterior se constituye en la pérdida de una identidad colectiva y los sitúa ante nuevas realidades y posiciones sociales que están obligados a asumir. En el caso de los adultos mayores, debido a las condiciones propias de su periodo de vida, se hace mucho más difícil la adaptación a las condiciones de una nueva cultura; el lugar de acogida antepone diversas exigencias en donde los oficios y habilidades aprendidas en el lugar de origen poco sirven. Así pues, la mayoría de los adultos mayores provenientes de la costa Pacífica (dentro del contexto del programa Jueves de Paz), poseen habilidades relacionadas con agricultura, ganadería y pesca, lo cual dificulta la obtención de recursos en un contexto urbano; esta situación es solo un ejemplo del choque cultural generado a partir del encuentro con un contexto diferente, donde difícilmente son aceptados, puesto que son estigmatizados por su nueva condición de desconocidos y extraños, por su condición de “desplazados”.
Intervención psicológica
El trabajo psicológico se hace enriquecedor y se enfoca desde el Ser, trabajando la resignificación en el proyecto de vida. La intervención psicológica inicia con la evaluación individual y termina con un acompañamiento al grupo familiar, teniendo presente que el grupo familiar es un todo integral y no la suma de sus partes. Esta primera intervención individual la denominaremos “Intervención en crisis”. Este primer encuentro permite que cada uno de los individuos evaluados logre un equilibrio que le permita fortalecer algunas características individuales, y a su vez, se pretende intervenir en algunas dificultades que se puedan estar presentando en su desempeño cotidiano y adaptación a su nueva vida.
Los talleres educativos y terapéuticos son las mejores técnicas para trabajar en todas las esferas del sujeto, ya que por ejemplo, en el caso de los adultos mayores, dichas técnicas crean en el grupo un ambiente terapéutico ideal donde los sujetos pueden expresar libremente pensamientos, sentimientos, temores, ilusiones, expectativas, entre otros, así como crear redes de apoyo emocional con sus compañeros de grupo que viven situaciones similares y encontrar conjuntamente alternativas para la superación de la situación que genera conflicto individual y colectivo. Como complemento al trabajo, se forman redes de trabajo manual, espiritual y cultural, según los intereses de la población beneficiaria del proceso de acompañamiento psicosocial y legal.
Intervención desde la gerontología
A partir del análisis de la situación se inician acciones de terapia ocupacional y creatividad, recontextualizando la capacidad y la creación del adulto mayor no necesariamente en lo productivo, sino desde el enfoque humanista que pone de relieve su experiencia, madurez, actitudes e interés. Esto permite al adulto mayor integrarse nuevamente a la vida comunitaria e identificar pares con capacidad de liderazgo, los cuales, se convierten en referentes de superación de la difícil situación de desplazamiento. Estos líderes estarán en capacidad de brindar información y orientar sobre requisitos y rutas para acceder a los servicios de atención médica, psicológica, gerontológica y educativa; detectar riesgos y barreras de acceso a bienes y servicios, identificar familias beneficiarias y cononcer el mecanismo de validación de su condición.
En conclusión, la fundación Paz y Bien y Helpage, se proponen mantener una atención integral con calidad, humanismo, profesionalismo y un trato diferencial, desde la intervención gerontológica, donde hay un espacio para escuchar al adulto mayor y a su familia.
Intervención del psicólogo infantil
Atención a niños y niñas
Teniendo en cuenta el enfoque de intervención integral al adulto mayor y su familia, se brinda atención psicológica sus nietos, debido a que la gran mayoría de ellos se encuentran a cargo o conviven con sus nietos, quienes están, al igual que sus abuelos, en una etapa de vulnerabilidad en su ciclo vital. Dicha vulnerabilidad convierte a estos niños en una población en riesgo, además de que se ven afectados por la situación de desplazamiento que enfrentan. Estos niños (nietos de adultos mayores), son identificados por el equipo sociolegal y posteriormente son remitidos a psicología infantil con los datos de contacto de los cuidadores de los niños para establecer comunicación con ellos y concertar citas. Al tratarse de seres con experiencias, personalidades y conflictos emocionales diferentes, el tiempo de atención no tiene un límite definido y las intervenciones están orientadas a lograr que estos niños elaboren los duelos por sus pérdidas materiales y emocionales; sanen heridas, traumas, temores y angustias relacionados con las situaciones de violencia vividas por el conflicto armado interno y que causan efectos en su comportamiento y el desarrollo de su personalidad. La atención también se enfoca en ayudarlos en su proceso de adaptación al nuevo entorno sociocultural y los cambios en las relaciones sociales tradicionales. En este proceso se busca integrar la familia para fortalecer los vínculos afectivos y lograr que los niños construyan un proyecto de vida individual y familiar, acorde con su edad y condiciones. De acuerdo con las necesidades y factores de personalidad, se utilizan varias modalidades de atención, ya sea individual, grupal o con el cuidador; así mismo, se realizan talleres intergeneracionales con el fin de crear espacios de convivencia para intercambiar experiencias y acercar estas generaciones alejadas en el tiempo. Además se pretende facilitar un espacio para que los niños desmitifiquen la vejez y comprendan la importancia de la persona mayor como fuente de experiencia y como puente que permite la recuperación de su identidad cultural. Como complemento al proceso, se realizan salidas terapéuticas-pedagógicas con el fin de generar nuevos espacios de interacción social, para lograr aprendizajes sobre diferentes temas, fomentar espacios de dispersión sana y ayudar a la adaptación a un nuevo contexto.