¿Qué son?
Son una organización popular conformada por vecinas y vecinos de la comunidad, solidari@s y comprometid@s con el fortalecimiento de las familias y su defensa, con la prevención y el tratamiento de la violencia familiar.
¿Cómo nacieron?
Desde el año 1987 se comenzó a organizar un grupo de mujeres, en el barrio Marroquín II del Distrito de Aguablanca, estas mujeres se reunieron a compartir sus saberes, sueños, angustias y proyectos, lo que permitió que tomaran conciencia de su identidad y dignidad, y que pudieran expresar su necesidad de apoyo para resolver sus conflictos intra familiares y así prevenir las situaciones violentas. Este proceso fue tomando forma hasta que en 1996, unas mujeres de este grupo, que se llamó Semilla de Mostaza con funcionarias de la Secretaría de Bienestar Social y Gestión Comunitaria de la Alcaldía de Santiago de Cali se reunieron para implementar el programa de “Prevención de la drogadicción desde la familia” lo que más tarde se llamó Profé. Desde ésta propuesta y respondiendo a las inquietudes que las mujeres tenían ante el conflicto intrafamiliar, nacieron LAS CONSEJERAS DE FAMILIA.
¿En qué se inspiraron?
En la costumbre popular de hacer “conversatorios” en pequeños grupos de vecinos a la hora de barrer las calles, comprar el “diario” en las tiendas o hacer la cola para algún servicio. Allí se dan verdaderos diálogos de saberes en los que se comparten problemas familiares, se acompañan situaciones difíciles, se orienta ante las decisiones personales. Esta práctica popular se formalizó alrededor de la familia, se enriqueció y se le dieron contenidos para hacer prevención y atención de la violencia familiar.
Objetivos
Las Consejeras de Familia pretenden:
- Prevenir y atender la violencia familiar
- Promover la organización popular al servicio de las familias
- Lograr la convivencia pacífica
- Crear espacios de diálogo y concertación desde la participación ciudadana
¿Qué hacen?
Las Consejerías de Familia se organizan para:
- Que la personas interesadas fortalezcan su unidad familiar y así puedan apoyar a otras familias
- Acompañar a personas o familias víctimas de la violencia familiar en la solución de su problema, cualquiera que sea su edad, género, etnia, credo, condición social, etc.
- Apoyar conciliaciones ante el conflicto familiar
¿Cuál es su misión?
Fortalecer la familia como espacio de relaciones afectivas, solidarias y de convivencia pacífica, en el que cada persona es corresponsable de su armonía y estabilidad.
Defender, acompañar y orientar a las víctimas de la violencia familiar, demandar del Estado y de las entidades responsables su atención.
¿Dónde funcionan?
Los Consejeros y Consejeras son abordados por las víctimas de la violencia familiar en diversos espacios públicos, y la atención se formaliza en sus casas, ubicadas en las comunas 14, 15 del Distrito de Aguablanca y en la comuna 21 de la Ciudadela Desepaz.
¿De quién reciben apoyo?
Fundamentalmente de la comunidad, cuyos miembros sienten el compromiso de dedicar una parte de su tiempo a atender a las familias, y la fundación Paz y Bien, entidad responsable del proyecto.
¿Quién es una consejera o un consejero?
- Es una persona residente en la comunidad, comprometida y solidara con ella y con sus familias.
- Reconocida y estimada por su sentido comunitario, sus servicios solidarios y sus valores de ciudadana o ciudadano honesto y transparente en su gestión.
- Capaz de vivir su propio proceso personal y familiar, y de trabajar en equipo a favor de las familias de su comunidad.
- Con disponibilidad de tiempo y actitud de servicio para acompañar los procesos personales y familiares de otras personas.
- Dispuesta más a escuchar que hablar decidir a insinuar soluciones.
Si le interesa
- Consulte sus posibilidades personales y familiares para dedicarle tiempo a la comunidad.
- Analice su situación familiar y pida ayuda para hacer un proceso que le permita tener unas relaciones armónicas y solidarias con su familia.
- Verifique su capacidad de participación ciudadana para asumir procesos comunitarios.
- Busque la entidad responsable de las consejerías de familia en su municipio para iniciar el proceso de formación.
- Dispóngase a ser una agente de cambio de su comunidad y a echar los conocimientos de un nuevo modelo de sociedad.
Círculos de justicia restaurativa
Sus dos principales características son la organización circular de quienes participan y su alto contenido espiritual y simbólico. Consiste en reunir a la víctima, al ofensor, a las personas que los apoyan y representantes claves de la comunidad para averiguar las causas del delito y ayudar a que el agresor asuma su responsabilidad. Este procedimiento fue diseñado para desarrollar consenso en todos los integrantes sobre un plan de reparación apropiada que resuelva adecuadamente las inquietudes de todas las partes interesadas.
Los objetivos de los Círculos de Justicia Restaurativa son: Promover la sanación de todas las partes afectadas, dando oportunidad al ofensor para reparar. Brindar a las víctimas, ofensores, miembros de las familias y comunidades, una voz y una responsabilidad compartida para hallar soluciones constructivas, tejiendo un sentido de comunidad alrededor de los valores culturales de ésta ó fomentando nuevos valores culturales a partir del hecho. Las sanciones más comunes como respuesta restauradora del delito son: restitución (pago de una suma de dinero) y servicio a la comunidad (trabajo realizado por el infractor para beneficio de la comunidad).
Se recomienda la participación de, por lo menos, 2 facilitadores entrenados para que pongan las reglas y guíen la reunión con el objetivo que los participantes analicen el daño, sus implicaciones individuales y colectivas, sus causas, sus consecuencias y cómo evitar que se repitan, para esto es necesario seguir tres pasos:
Preparar el proceso circular
Realización del proceso
- Introducción: se inicia con una plegaría o lectura.
- Narración de las historias: primero el agresor y luego la víctima.
- Búsqueda de compromisos.
- Cierre.
Implementación de los acuerdos y seguimiento
Se usa un objeto simbólico (debe ser un objeto representativo para todos como una piedra, lápiz, libro etc.) para otorgar la palabra, ya que quien tenga el objeto será la única persona que podrá hablar. El objeto simbólico se pasará en el sentido de las manecillas del reloj, dando la oportunidad a todos de exponer sus sentimientos y expresar su apoyo tanto a la víctima como al ofensor. El facilitador debe estar pendiente de que el uso del tiempo sea moderado y que se planteen ideas precisas.
Estas dos últimas prácticas, las conferencias de familia y los grupos circulares son criticados por el tiempo que demandan en la preparación y la realización.
En todas las referencias bibliográficas encontradas sobre esta práctica de Justicia Restaurativa, es coincidente que el primer lugar en el uso de la palabra lo tiene el agresor o agresora, se cree que este orden se justifica en la medida en que el agresor, al presentar la primera narración del hecho, minimizará el daño causado y que es la víctima, en segunda instancia, quien podrá expresar lo que el evento le ha significado no sólo en términos materiales (dinero, objetos) sino también en términos emocionales.